POR: JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO
Definitivamente este es un país de absurdos. Trinó Aida Avella esta semana lo siguiente: “En Colombia, si usted pinta una pared, exigiendo, ¿quién dio la orden? Lo allanan, lo persiguen. Pero si vuelven trizas 8 niños en un bombardeo, los ascienden.” ¿Qué tal? Si alguien tiene privilegios, impunidad, indulto, perdón, olvido y protección en Colombia son los militantes de izquierda. Son intocables, invulnerables, injuzgables, intachables y cualquier acción que se ejerza en su contra, dentro de las leyes, es considerada como una afrenta y se hacen aparecer como víctimas y mártires.
Yo le pregunto a la senadora Avella: ¿Sus socios farianos no gozan hoy de grandes privilegios después de habérseles demostrado sus actos terroristas, sus violaciones y asesinatos de menores, sus secuestros, sus actividades de narcotráfico y miles de conductas más que usted pretende ocultar? ¿No fueron ustedes quienes se ausentaron de la sesión plenaria del Senado esta semana, para hundir el proyecto de ley que dejaba en manos de la justicia ordinaria, y no de la justicia transicional, los delitos sexuales contra menores de edad? Flaco favor le hacen ustedes al país acolitando la impunidad de los terroristas a través de trapisondas legislativas, mientras los niños se ven cada vez más abandonados y desprotegidos.
Sí señora Avella: es triste la muerte de los ocho niños que se encontraban en el campamento de las Farc. Como también lo es que los menores sigan siendo objeto de reclutamiento y se conviertan en escudo de protección de los terroristas. Y si lo que Usted y sus socios dicen buscar es justicia, protección, defensa y cubrimiento del Estado a la niñez, lo mínimo que podrían haber hecho fue aprobar el endurecimiento de las penas y la terminación de la impunidad para quienes han reclutado, violado o asesinado a miles de niños inocentes. Pero no. Como se trataba de endurecer el castigo para los terroristas que hoy gozan de libertad, privilegios, seguridad y protección, prefieren hundir el proyecto y salir a hacer un drama por sofismas diferentes para ocultar sus aberraciones.
¡Que farsa! Como lo fueron las marchas violentas de ayer. Dentro de las motivaciones invocadas para salir a destruir los bienes públicos y privados, no se oyó la búsqueda de castigo real para los mayores violadores de niños; ni para los autores de secuestros, asesinatos, actos terroristas y narcotráfico; ni para quienes tienen a miles de estudiantes en vilo y sin posibilidades de terminar su semestre; ni para controlar las múltiples pensiones de maestros que les roban las oportunidades a nuevos docentes; ni para los políticos que sustentan su poder en la desinformación, la mezquindad y la generación de odios.
Por otro lado, es triste ver la violencia incubada en las marchas que se programan con motivos reivindicatorios y terminan siendo instrumento de terrorismo. Quienes programan esas marchas, las aúpan y las organizan saben de la existencia de terroristas “infiltrados” y su única reacción es alimentarlos para tenerlos como provocadores de violencia, exponiendo a otros manifestantes pacíficos que llegan engañados pensando que su actividad es la panacea.
Un gran avance en la defensa de la protesta social sería prohibir la presencia de encapuchados en las marchas. Quien no tiene el valor de dar la cara no merece ser escuchado. Y quien acude a una máscara, una capucha o un antifaz seguramente tiene mucho que esconder, y sus intenciones no son las mejores. Porque en muchísimos casos los mismos encapuchados son quienes portan morrales con elementos explosivos, armas letales o material ilegal. Y resultan exponiendo la vida de personas inocentes que terminan en medio de una guerra que desconocen y para la cual no tienen preparación alguna.
La señora Avella y sus secuaces podrán seguir trinando para victimizarse. Pero cada vez queda más en evidencia que sus luchas son ridículas, absurdas, indecentes, mentirosas y mezquinas. Que el llamado a destruir un país invocando su defensa, es como tratar de apagar un incendio con gasolina. Y que la lucha de la izquierda colombiana que procede mediante estas vías, solo deja al descubierto que se trata de una izquierda farsante.
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