POR: JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO
Vuelve a sonar con insistencia la intención de promover la revocatoria del mandato del alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín, en un acto que denota el desespero de miles de manizaleños con el gobierno que padecemos. Inoperancia, ineptitud, desconocimiento, ignorancia de lo público, maltrato laboral, abuso económico y parálisis administrativa; acompañado de corrupción, nepotismo, derroche presupuestal, errores jurídicos, obras detenidas en el tiempo, omisión de inversión, direccionamiento de contratos, favorecimientos burocráticos y contractuales, malversación de fondos, presuntos prevaricatos, etc., hacen más que justificable que la ciudad quiera separar de su cargo al alcalde más tóxico del que tengamos memoria.
Pero, una cosa es que existan los motivos suficientes para desear que este personaje se separe de su cargo y otra, muy distinta, es que el método para lograrlo sea la revocatoria. Este mecanismo está diseñado para fracasar en la práctica y termina fortaleciendo al mandatario no revocado, pues es de aplicación por una sola vez, y lo que logra es atornillar al inepto y darle patente de corso al corrupto, algo a lo que no nos podemos arriesgar.
Una campaña para la revocatoria del mandato tiene unos costos incalculables, máxime sabiendo que nos enfrentaríamos a un alcalde sin escrúpulos, rodeado de gente perversa y cobijado por agentes poderosos en lo económico y en lo político. Entraríamos en un juego de victimización del alcalde (en lo que es un experto), quien sabe explotar muy bien las emociones del pueblo, sumado a una chequera del Estado poderosa y a la burocracia y contratación que los Espejo saben muy bien cómo desviarlas para sus propios intereses. Es decir, se entraría a jugar contra un enemigo poderoso, inescrupuloso, millonario, dramático, mediático, corrupto y peligroso. Y no creo que haya quien le apueste, al final del día, sabiendo que ese proceso se surtiría en medio de una campaña política para Congreso de la República.
Pero eso no quiere decir que tengamos que permanecer impotentes ante la situación que nos agobia. Por el contrario, ver que el pueblo tiene disposición para manifestarse en contra de una alcaldía desastrosa, nos tiene que llamar, primero, a la unión de voluntades para expulsar esas fuerzas oscuras que se apoderaron de la administración; y, segundo, para exigir ante los poderes nacionales que los órganos de control y de justicia locales abandonen la connivencia, complicidad, convivencia e inoperancia y se avoquen las investigaciones que tanto venimos clamando desde diferentes sectores sociales y gremiales.
En resumen, sería desechar, por ahora, la intención de la revocatoria del mandato y concentrarnos, primero, en masificar la sociedad como mecanismo de presión exigiendo al Gobierno Nacional una vigilancia especial en Manizales; a la Fiscalía General de la Nación, que se adelanten con celeridad las investigaciones que tienen represadas en sus anaqueles; a la Contraloría General de la República, que emprenda con imparcialidad los controles que la local se ha despreocupado por ejercer; y a la Procuraduría General de la Nación, que desempolve los procesos que la nuestra tiene cubiertos, y proceda en contra de una Personería permisiva, omisiva, complaciente e inepta.
No podemos dejar que el descontento del pueblo desemboque en la utilización oportunista y politiquera de quienes pretenden pescar en río revuelto, y aprovechar esta situación para sobresalir en campañas políticas personales. Le estaríamos haciendo el juego a un alcalde que suele posar de víctima ante los medios, de mártir ante la sociedad y de melindroso ante sus allegados, para que se exponga como perseguido político y desvirtúe las evidencias con sus escándalos, gemidos, lloriqueos, quejidos y posiciones lastimeras.
Pero, además, no podemos premiar a una administración promoviendo un movimiento contra un inepto, cuando lo que debemos promover es un movimiento contra un corrupto. Uno que merece sanciones fiscales, administrativas y penales que, por la inoperancia de los entes mencionados y el silencio del pueblo, tienden a quedar impunes.
De manera que, antes de entrar en el desgaste de una revocatoria, donde Marín Espejo se sentirían a sus anchas, unámonos clamando justicia, procesos limpios y castigos severos. Con esto tendríamos una solución más rápida y un escarmiento para aquellos Espejo que pretendan en el futuro venir a saquear a Manizales.
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