¿Y si renuncia?

POR: JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO

Esta semana en el diario La Patria, José Miguel Alzate, respetado escritor de esta comarca, escribió un artículo en defensa del alcalde Carlos Mario Marín. Allí denota su dolor, natural por demás, por las afectaciones que sufre su hijo, Jhon Alexánder Alzate, secretario de servicios administrativos, quien enfrenta varios procesos penales, disciplinarios y administrativos, gracias a las torpezas del alcalde y a la perversidad de quienes lo dominan. 

Entiendo la impotencia del escritor. Ver sucumbir a su hijo ante la ineptitud, incompetencia e impulsos de su jefe no debe ser nada fácil. Pero más haría aconsejándolo en privado, que saliendo en público a defender lo indefensable, máxime cuando se basa en la descalificación del oponente, antes que en el combate de sus argumentos. Insinuar, por ejemplo, que el suscrito perdió el derecho a opinar por haber sido candidato a una corporación pública, carece de lógica democrática y constitucional; por el contrario, el haber sido testigo de excepción de la pestilencia, deslealtad, podredumbre, traición, falsedad, corrupción y porquería que se vive en la arena política, me da más autoridad para opinar con conocimiento de causa; y pretender que un columnista de opinión sea objetivo, se lo entendería a cualquier persona que nunca haya pisado los medios de comunicación, pero no a él. Porque él tiene que saber que el columnista de opinión produce precisamente eso: opinión, que no es más que el pensamiento personal del autor sobre las cosas que pasan, y ese pensamiento es totalmente subjetivo. 

Por otro lado, querernos convencer de que la campaña del alcalde solo costó $ 125 millones, es jugar con nuestra inteligencia; con una simple suma de las piezas publicitarias de campaña, el resultado sería decenas de veces mayor (y es tan solo un ítem). Argumentar, además, como símbolo de austeridad y economía de esta administración, que su alcalde solo gastó en transporte en el primer semestre de 2020 $ 743 millones, mientras a junio de 2019 se gastaron $ 1.740 millones es risible, teniendo en cuenta que gran parte de este año, toda la administración ha estado confinada trabajando en casa y ninguna persona ha tenido libertad de movilidad. 

La verdad, es triste ver que la impotencia de esta administración se extiende hasta sus defensores. Cada que salen a defenderlo, lo hunden más, pues carecen de argumentos. 

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En este espacio advertimos las inconsistencias, torpezas, irregularidades, ilegalidades y demás aspectos que rodeaban el proceso licitatorio de la Ptar y, al final, los hechos hablaron y nos dieron la razón. Un solo oferente, y la manifestación expresa de grandes empresas de marginarse del proceso por la insuficiencia del presupuesto oficial, dejan una estela de inconformidad, sospecha, sinsabor y resquemor.

Esta obra es imposible de realizar con el presupuesto oficial actual. Es cuestión matemática, económica, financiera y racional que no requiere mayor conocimiento académico. Es simple lógica, de la que también parece carecer esta administración, que va camino a fungir de sepulturera de los grandes proyectos y de enterradora del progreso de ciudad. Porque mientras el alcalde se solaza detrás de un megáfono en campañas baladíes, pueriles e inocuas, su administración se desmorona, la ciudad colapsa, y el sentido de pertenencia de los manizaleños se debilita y corroe. 

Alcalde: Usted tiene que admitir que no fue capaz con esta administración; tiene que admitir que Manizales se está destruyendo en sus manos; tiene que reconocer que cada día que pasa, su incompetencia se acrecienta. Le pregunto con todo respeto: ¿No será hora de pensar en su renuncia? Así podría dedicarse de lleno a lo que le gusta y sabe hacer: campaña política mediática y popular para colmar sus aspiraciones futuras. Deje que Manizales retorne por los fueros del progreso, desarrollo y civismo. ¡Contemple esta posibilidad!  Si bien Usted fue elegido con una votación arrolladora, lícita y legítima, fue también Usted quien decidió entregarle el poder a agentes externos para que decidieran en su nombre, sin asumir ellos responsabilidad alguna, y sometiendo al alcalde a los rigores de la justicia. Estoy seguro de que esos 75.000 votos que con razón lo enorgullecen, nunca pensaron que le entregarían el poder a alguien tan perverso como aquel que verdaderamente decide en su despacho. ¡Pobre mi Manizales!

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