En defensa de Matilda

POR: JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO

Que una persona transexual ocupe un cargo público no puede ser motivo de espanto, terror ni asombro. Las tendencias sexuales son particulares, íntimas, personales y deben ser respetadas como elemento esencial de la libertad individual, la tolerancia, la paz social y la sana convivencia. Por eso es rechazable desde todo punto de vista, el movimiento que se está fraguando (y que muy seguramente no tendrá éxito) para presionar al alcalde a que destituya a la nueva secretaria de la mujer y equidad de género de Manizales, Matilda González.

El problema aquí no fue la tendencia sexual de la nueva secretaria. El verdadero problema fue la espectacularidad que quiso darle el alcalde a ese nombramiento y el aprovechamiento mediático que pretendió obtener de una simple designación a un miembro de su gabinete. En las administraciones municipales, departamentales y nacionales ha habido miles de funcionarios homosexuales que han cumplido a cabalidad con sus funciones y brillado públicamente por sus capacidades, eficiencia y pertinencia. Y nunca se ha exaltado su condición sexual como aquella característica principal de la persona, como en este caso que sí fue una condición explotada como la “sorpresa que trasciende en todo el país”, y como el acto que le daría vitrina a un alcalde muy dado a transmitir mediante selfis cada detalle de su vida pública y privada.

El hecho de que Carlos Mario hubiera resaltado desde antes del nombramiento, que iba a marcar un hito en la historia del país por ser inclusivo y el mayor exponente del respeto a la diversidad, hizo que las miradas se concentraran en la sola condición sexual de quien entraría a ocupar el cargo, y no en las cualidades académicas, profesionales y humanas de la persona. Fue un acto que, por la rimbombancia y vitrina de las que quiso rodearlo, terminó siendo de inmensa discriminación, pues redujo al individuo a un instrumento de popularidad del Alcalde, opacando sus virtudes reales.

Y sí. Es aberrante que se haya gestado un movimiento para recoger firmas solicitando su destitución; pero también lo es que Carlos Mario haya utilizado la condición sexual y personal de su nueva colaboradora, para tratar de brillar en los medios y figurar en los espacios periodísticos. Porque esto significa que se está acudiendo a la excepcionalidad de la persona, no para incluirla, sino para utilizarla como medio de venta de imagen de quien nombra; no para rodearse de alguien con inmensas virtudes personales y profesionales, sino para que el Alcalde trascienda superficialmente ante la sociedad, causando inmensas lesiones a la subordinada; no para garantizar que la secretaría estuviera en las mejores manos, sino para figurar como el primer incluyente, respetuoso de la diversidad y la igualdad de género. Es decir que, en la práctica, este acto se constituye en la mayor discriminación y termina siendo una marcada desigualdad, porque es la utilización del desigual, para resaltar el brillo del igual que domina y manda.

La verdad es que ningún funcionario puede ser descalificado por sus gustos, tendencias o inclinaciones sexuales. Pero tampoco pueden ser esas condiciones las determinantes para que ocupe su cargo. La administración pública requiere de personas capacitadas, honestas, conocedoras de sus funciones, activas, dinámicas y eficientes. Y no dudo de que Matilda posee estas y muchísimas más cualidades. Estoy convencido de que será una excelente funcionaria y de que sabrá responder a esta ciudad con lujo de detalles, por lo que es hora de dejar tanta mojigatería y dedicarnos a trabajar en función del progreso de Manizales. ¡Felicitaciones y éxitos, Matilda!

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Carlos Mario: creo que nos está saturando Usted con tanta figuración mediática y tanta alharaca en cosas triviales de su vida cotidiana. La administración tiene una oficina de prensa que es la llamada a hacer el trabajo que Usted le está usurpando con sus selfis y su espectacularidad. Manizales necesita un alcalde serio, ponderado, moderado y alejado de la soberbia. Por el bien de todos, delegue sus comunicaciones en alguien profesional que les de cobertura con seriedad, moderación y concreción. ¡Ya se acabó la campaña!

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