POR: JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO
Este año que comienza no parece ser el mejor para Gustavo Petro, uno de los mayores enemigos de la institucionalidad colombiana, y por ende de nuestra democracia.
El tal paro nacional (que nunca existió), además de haber sido un fracaso rotundo y de provocar lo contrario de lo que se proponía, logró hastiar a la sociedad, en tal grado, que terminó sostenido solo por unos cuantos vagos que encontraron un paliativo económico temporal, (proveniente de organizaciones oscuras y millonarias que tratan de desestabilizar las democracias latinoamericanas) y ocasionó el rechazo de millones de colombianos que buscan dignidad en el trabajo honesto, y de empresarios que creen en la solidez del país, por encima de las nubes negras que provoca el comunismo criollo.
Los estudiantes, que fueron utilizados como caldo de cultivo para enfrentar la normalidad laboral y económica del país ya están cansados, pues sienten en carne propia las consecuencias de haber cohonestado, sin razón, la parálisis académica que solo les trajo retrasos en sus carreras y demoras en el progreso de sus estudios. Y hablo de los estudiantes de verdad, quienes no están de acuerdo con empezar su año académico en otro paro indefinido, y no de aquellos desadaptados, (que de estudiantes no tienen sino la matrícula, pagada por los demás colombianos), cuyo único interés es utilizar los claustros universitarios como campos de adoctrinamiento terrorista, aupados por muchos de los docentes con sueldos millonarios pagados también con nuestros impuestos.
Y junto a ellos, se siente con mayor fuerza el rechazo de los padres de familia que hacen un esfuerzo económico inmenso, y terminan resignándose a financiar la manutención de sus hijos en universidades lejos de su hogar, y que permanecen a la espera de que Petro o Fecode decidan si pueden o no estudiar.
Por eso la imagen de Petro viene en esa picada vertiginosa, y no parece sostenible en el tiempo ni en el espacio. Porque, aunque la prensa cómplice olvidó el vergonzoso episodio de las bolsas de dinero recibidas estilo mafia de baja estofa, su vida lujosa, ostentosa y millonaria no deja que el pueblo lo olvide. No puede alguien, con algún sentido de la vergüenza, incitar a un pueblo supuestamente oprimido a que espere su regreso de unas vacaciones oligarcas de cinco estrellas, para exponerlo nuevamente a luchar por la igualdad social y a que exprese su odio por la oligarquía. ¡Descarado!
Pero sus males apenas empiezan: el triunfo de Claudia López en la alcaldía de Bogotá es principalmente dañino para Petro. Porque divide aún más esa izquierda que tiene que escoger entre una supuesta ideología comunistoide, o las mieles del poder. ¿Y qué pasará entonces? Esa izquierda es aún más ambiciosa que el resto de la fauna política, y disfruta con mayor intensidad de la burocracia, la contratación estatal amañada y los caudalosos presupuestos públicos (recuérdese el origen, gobierno y presente de los Moreno Rojas y toda su podredumbre), por lo que muchos de ellos preferirán quedarse al lado de Claudia y el poder, a seguir aguantando hambre en las calles de Bogotá, y arriesgando su vida para sostener una causa que no alcanzan a entender, porque no tiene lógica.
Y para acabar de componer, se viene la reacción de las Farc frente a la eliminación de Soleimani en Bagdad. Convocar a una cruzada de solidaridad con las causas de un terrorista considerado peor que Osama Bin Laden, es un despropósito que Petro, quiéralo o no, tendrá que afrontar, pues sus vínculos con ese grupo terrorista son innegables y sus acciones han recibido el aval del amnistiado candidato presidencial y hoy senador y promotor de la desestabilización colombiana. Pero, ¿qué nos puede importar a los colombianos lo que pase en un país tan lejano? Es más de lo que se piensa: por ahora, la reacción de los precios del petróleo están reforzando nuestra economía, y los buenos resultados de un gobierno que Petro quiere hacer ver como fracasado, erróneo y maltrecho, hará perder la poca razón de su lucha ególatra contra el país. Pobre.
PETRO JAMAS HA DEJADO DE SER TERRORISTA Y COMO BIEN CLARO DIJO POPEYE EL JEFE DE PETRO ERA PABLO ESCOBAR, Y PETRO ES NARCO Y CAPO DEL NARCOTRÁFICO IGUAL CON JUAN MANUEL SANTOS, ASI QUE COMO PUEDE ESPERAR LOS ESTUDIANTES DE UN HOMBRE QUE LE ROBO Y ESTAFO A BOGOTÁ, Y SE DA UNA VIDA DE REY Y CLAMANDO INCENDIAR EL PAIS Y DESTRUIRLO , NO PETRO JAMAS SERA PRESIDENTE, YO APOYO TOTAL AL LAS FFMM DE COLOMBIA Y LAS INSTITUCIONES Y ME INSCRIBI PARA IR AL PROGRAMA LANZADO POR LA UNION EUROPEA POR CRÍMENES COMETIDOS POR EL COMUNISMO Y HAY QUE LUCHAR NO PODEMOS DORMIRNOS PARA QUE COLOMBIA NO SE VAYA POR LOS CAMINOS DEL MAL O LLAMADO CASTRO CHAVISMO!
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