POR: JORGE ENRIQUE PAVA QUCIENO
Hoy se realiza el desfile de posesión del alcalde Carlos Mario Marín, desde el sector del cable hasta la Universidad Autónoma. Es un acto simbólico que pretende visibilizarlo y mostrar una cercanía con el pueblo; y será en bicicleta, medio de transporte limpio que se empeñará el nuevo alcalde en masificar. Y ese mensaje de la implementación de un transporte limpio que procure la sostenibilidad del medio ambiente es tal vez el eje central de su gobierno, pues con él se hizo elegir y su compromiso tiene que ser indeclinable.
Pero, ¿cómo puede un alcalde pobre (que no es lo mismo que un pobre alcalde, para que no se hieran susceptibilidades), transformar una ciudad arisca, donde el uso de la bicicleta se dificulta por lo estrecho de sus vías, la indomable topografía, la cultura de su gente, etc., en una ciudad donde impere el transporte limpio de verdad? Las intenciones son buenas, pero para ello se requieren recursos millonarios, colaboración del Gobierno Nacional y proyectos serios que convenzan a quienes administran esos recursos en nombre de instituciones internacionales. Porque siempre, por buena que sea la iniciativa, desde el propio Gobierno, hasta los mencionados organismos, requieren que la ciudad beneficiaria realice un esfuerzo económico que ayude a solventar las iniciativas y Manizales, al menos hasta ahora, carece de ellos.
Para eso llamé al alcalde Carlos Mario en días pasados y su asistente quedó en devolver la llamada. (La verdad, yo tampoco me hubiera contestado, después de tantas verdades dichas en campaña). Pero no desisto en mis intenciones y le hago entonces público el motivo de mi llamada.
Hay una noticia para Carlos Mario, que puede ser buena y mala: buena, porque Manizales sí cuenta con recursos para aportar a la implementación de un nuevo sistema de transporte. Son recursos millonarios, interesantes, significativos y que serían la base para proponer un revolcón verdadero en la ciudad; son recursos que se vienen acumulando en el tiempo, producto de un porcentaje de la tarifa que han pagado, y siguen pagando, los usuarios del transporte público en Manizales durante los últimos lustros. Son recursos legalmente exigibles y que solo requieren de la voluntad del Alcalde. La noticia mala es que esos recursos están en los bolsillos de los transportadores, quienes se han convertido en los principales enemigos de la evolución de la movilidad en Manizales y Villamaría. Están en los bolsillos de dictadorzuelos que, a su manera, han impedido que los alcaldes produzcan un acto administrativo (único requisito para la recuperación de los dineros) en el cual determine a qué cuenta deben consignarlos. ¿Muy difícil, Alcalde?
Se preguntará el lector, ¿por qué decirle esto al Alcalde entrante y no al saliente? Pues porque al alcalde saliente le dije lo mismo en cuatro oportunidades e hizo oídos sordos y simplemente pasó la hoja, como si el problema no fuera con él. Entendí en ese entonces que, dados los nexos del alcalde Cardona con los empresarios del transporte y tal vez sus propios intereses (además de los peligros a los que nos exponemos quienes nos atrevemos a tocar estos temas), cualquier intento por avanzar en mis planteamientos sería inútil, y decidí esperar en el tiempo. Hoy, el alcalde Carlos Mario se ha declarado totalmente independiente y pregona con suficiencia que sus actuaciones estarán dirigidas primeramente al beneficio de la ciudad. Yo particularmente le creo. Y le creo porque su juventud lo obliga a hacer las cosas bien, pues de ellas depende su futuro político que, en un hombre de 26 años, es todo. Y le creo además porque, como tuve oportunidad de decirlo en otra columna, parece cobijado con un espíritu de contrición que merece, por lo menos, el beneficio de la duda.
Ahí tiene pues, Alcalde, el primer reto para su administración. Si tiene alguna inquietud, estoy en condiciones de documentarlo plenamente o, si lo prefiere, consúltele a su asesora, Patricia del Pilar Ruiz, quien debe ser conocedora de este acto de corrupción que las instituciones cívicas que ella ha dirigido cohonestan vergonzosamente.
Éxitos, Alcalde.
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